Manuel Cortés Campillo

Me llamo Manuel Cortés Campillo. Nací en Valencia, en la antigua La Fe, en 1978. Qué montón de años. Suena «peor» al escribirlo… Me criaron en Paterna, y en mi pueblo de origen es donde empecé a entrenar para mejorar mi autoestima. Mi primer día de entreno en un gimnasio, si no me falla la memoria, fue a primeros de mayo de 1999 cuando, después de superar los 185cm en un último estirón, habiendo cumplido los 20 años y pesando tan solo 65kg, decidí apuntarme (ahora diríamos «hacernos socios») para coger peso: quería ganar masa muscular. Y rápido.

Pensaba que era más fácil muscularse que darle a la pelota, pero tampoco. Jugaba, o intentaba hacerlo porque comía más banquillo que pechugas pollo años después, en el Paterna CF. Qué malo era. Jajaja.

Por aquel entonces (últimos coletazos de los 90´s en los gimnasios) no teníamos acceso a tanta información como tenemos hoy en día. Hace algo más de 25 años no existían apenas las fit-webs (ni personales, como ésta, ni profesionales), aunque, para ilusionarnos, teníamos «las revistas de los mazados».

A lo que podríamos llamar IA era el propio dueño del gimnasio intentando aplicar una mezcla entre lo generalmente aprobado y lo que a él le había funcionado usando, como base, las típicas tablas con dibujitos de los ejercicios. Aquellas planillas acartonadas del 4×12, para principiantes. Yo creo que el 80% del gimnasio teníamos la misma tabla… Esa IA, como me dijo hoy mi alumno Quique, viene de Inteligencia Artesanal.

Y, aunque antiguamente el dueño del gimnasio te mandaba rápido a la máquina de press vertical para pectoral con ese cartón reciclado, me quedo mil veces con eso antes que con las revistas. ¡Cómo nos engañaban!

Con fotos de competidores del más alto nivel, de todo, recomendando un bote de ZMA (zinc, magnesio y B6) o su ejercicio preferido para poder obtener aquellos brazos. Ese marketing americano fue tan bien recibido como los propios estadounidenses en Bienvenido Mr. Marsall…

Qué ganitas teníamos de aprender y de ponernos ropa muy ancha, con el ZMA.

Ahora tenemos las publicaciones digitales de nuevos gurús Tiktokers que han irradiado, con luz propia, una mezcla de consejos mágicos y prohibiciones peligrosas resumidas en 1 minuto para que no perdamos la atención y aguantemos con el vídeo sin hacer un automatizado e infinito scroll. Hoy en día no se escatiman recursos digitales, ni morales, pudiera ser.

Y es cierto que tanto antes había, como ahora los hay, muy buenos profesionales, incluso ahora en el mundo virtual. Estaba generalizando un poco.

Nuevos estudios, diferentes enfoques, ensayos, pruebas, más nuevos estudios porque cambian las variables, especializaciones muy precisas según deportes… El mundo del entrenamiento en el gimnasio es lo que es gracias a que también pasamos por aquella época. Poco a poco se ha afianzado, progresiva y mayoritariamente, por la aprobación social.

También, a medida en las que se apreciaban las mejoras en el rendimiento y las reducciones de las lesiones (en todo tipo de deportistas) terminaron de acercar esa sala de hierros (ahora caucho) a todas las personas. Hace muchos años no era tan común ver a atletas profesionales como jugadores de voleibol, a jugadoras de fútbol (bueno, es que «no había jugadoras profesionales»; seguimos en proceso de muchas cosas.), a pilotos de carreras, a tenistas, o incluso a personas de muy avanzada edad realizando entrenamientos con barras y con mancuernas. Los primeros como parte rutinaria y adaptada a su entrenamiento, y los segundos como parte diaria buscando mantenerse el mayor tiempo, o lo más posible, independientes. Física y mentalmente.

Hemos pasado de acceder, con suerte, a un lujo como es entrenar en un gimnasio a convertirlo en cierta necesidad. También podríamos darle una vuelta a ésto, para reflexionar. Ahora parece que lo que no se aprueba tanto socialmente es que no entrenemos, y con cierto nivel.

Si tuviera que definir 5 etapas, para mí (y vividas tanto como cliente como profesional), importantes para nuestro sector desde esos 80´s/ 90´s a hoy: 1) Arnold en el cine. Aquí no hay que decir mucho. 2) La llegada del Crossfit a España (y con él ejercicios de intensidad combinados con los de halterofilia). 3) Que los profesionales de la salud (física y mental) recomiendan, como nunca antes, el trabajo de fuerza. 4). Pues está claro: las redes sociales. Ya no podemos entrenar y no posturear. Es que ya va como de la mano. Mejor luz aquí. Ángulo correcto. Espejo con curvas que me favorecen. Un poquito de filtro quitacincoaños… «Aquí va la fotopostu». Que conste que yo me incluyo. La gran pena de esto de las redes es que se ha sexualizado mucho el mundo del entrenamiento. 5). Las propias redes sociales han acercado mucho el estilo de vida de los famosos. Y, los que se cuidan, han influenciado positivamente contagiando con sus entrenamientos y con su alimentación. Es decir, nos han servido de referencia, muy pública, llegando a mucha gente, transmitiendo el mensaje de que si entrenamos, comemos mejor y practicamos alguna disciplina que nos aporte buenos hábitos, como pueda ser la meditación, envejeces más lentamente. Y sí, el dinero hace mucho, pero una persona que se cuida y tiene buenos recursos económicos también puede tener otras elecciones, y elige come sano. Y por mucho poder adquisitivo que tenga las sentadillas las tiene que hacer, no le vale con comprar el rack. El nivel de estrés hace mucho daño, tanto al cuerpo como a la mente, sobre todo si es crónico. Tener una buena solvencia económica puede evitar ciertas arrugas y úlceras, entre muchas cosas. Eso también. Pero no lo es todo. Puedes tener muchas ayudas pero nadie entrena por uno mismo, por mucho dinero que se tenga.

El caso que escribiendo esta parte de la evolución en los gimnasios desde que empecé me viene a la cabeza un punto que he pasado por alto, pero muy conectado: vivimos en una época muy volátil, muy rápida, muy del sí, poco del no (por baja tolerancia), y muy, muy del yo. Es la mezcla perfecta para que las relaciones amorosas duren poco. Pero en el fondo también nos apetece compartir… Y claro, como quieres verte genial, porque vivimos en un catálogo (sobre todo si carruseleamos por Tinder o Bumble) para que «nos elijan», entrenamos y nos cuidamos físicamente para acceder, ya aprovechando, «a un mejor mercado». ¡Quieres verte genial por fuera! Me auto corrijo: ¡queremos que nos vean genial, sobre todo por fuera! Pues mira. Eso también puede que haya afianzado a muchos solteros al entreno. Que al estar tan sexualizado en redes, uno «se vende» ya de forma casi nativa, y como carne magra tras un mostrador» a base de elíptica y mancuernas.

En fin. Sigo, porque me voy…

El caso que, cuando ya llevaba un par de años entrenando, y aunque mi físico no cambiaba demasiado, me estaba gustando mucho este mundillo. Me estaba ayudando a estar más centrado. También me gustaba poder dar ideas a mi gente cercana, porque a veces me preguntaban por cómo hacía con la organización de los entrenos o que cómo distribuía las comidas, etc…

Tenía algo más de paciencia hablando de tal ejercicio o si comía aquello, que para muchas otras cosas, y eso me hizo que pensar (con los años entendí un poco más esta parte tedeachera, por cuando nos gusta mucho un tema) que quizás, algún día, podría dedicarme profesionalmente. Tras meditarlo y al no estar muy contento en muchas cosas en mi vida, como por ejemplo el desmadre de los fines de semana (ya tenía 25 años, en 2004), decidí hacer un cambio todavía más radical en mi manera de vivir, y me animé a dar el salto completo dejando totalmente de lado la rama administrativa y ando por selladas las espitosas fiestas.

Aprovechando esa necesidad de un cambio completo general, y tras la visita en octubre del 2004 a la comunión de mi primo Edu (es como un hermano para mí) en mi tercer viaje a la isla de Mallorca, decidí mudarme temporalmente hasta acabar mis primeros estudios en academia de Instructor de Fitness. Y allí llegaba yo, el día de Reyes del 2005. Sin trabajo, sin conocer practicamente a nadie, para ver qué pasaba en unos dos años. Y ese par de años se convirtieron en 15. Hice mi vida allí. Crecí allí. Competí allí…

En la isla pasé de la juventud a la madurez (o eso se supone) y, al tener más grado de conciencia al paso de los años, al haber establecido en Palma mi nuevo hogar y luego verse truncado… Roto en lo personal. Hundido como mis sueños y proyectos profesionales… Ufff. El volver a Valencia me dejó sumido en una crisis existencial importante.

Además, el regreso, lo hice en pandemia, con lo cuál tuve el remate de una larga etapa de altibajos, entre estados depresivos y ansiosos. Para empezar con mi humilde sala de entrenamiento en otra ciudad estaba yo… Apostando todo por el todo cuando ni sabíamos muy bien de qué nos estábamos protegiendo. Luchando contra algo que no podíamos ni ver, ni oler, ni tocar. El maldito Covid-19.

Venía de hacer todo mi trabajo, esos 15 años profesionales (incluyendo 9 en tienda de suplementación deportiva), en Mallorca. Aquí no me conocían ni los conserjes de la propia urbanización. Sin recursos, ni publicidad… Sin dinero. Con más coraje que alegría. Con más miedo que ilusión. He tardado como 5 años en ir sintiéndome valenciano, en casa, de nuevo. En ir pasando del querer volverme al querer quedarme.

A día de hoy tengo el corazón totalmente dividido entre Mallorca y Valencia. Unos de mis pilares para este cambio han sido el seguir con mi estilo de vida y mi profesión. Bueno y mis expectativas de futuro en varias áreas, y mi familia (sobre todo por la comprensión y el apoyo de mi madre), y que Valencia es una pasada como ciudad aunque también (no hablemos de allí) nos estemos quedando sin acceso a la vivienda por el disparate de precios con tanta demanda, sobre todo por el auge de inversiones de compradores llegados de fuera de España, y tal… Que me vuelvo a ir… A Mallorca no, del tema…

Este estilo de vida me ha permitido mejorar en muchos aspectos, y obvio que me salvó, otra vez. Este estilo de vida te ayuda a tener un mejor espíritu de superación. A aprender a dividir metas en pequeños objetivos (por muy pequeños que sean, aparte de disfrutar de la recompensa de conseguirlos). A organizarte con una planificación en los horarios de las comidas, así como la calidad de las mismas. A mejorar en la fuerza (y no me refiero a la física sino a la mental). A disfrutar de vivir uno de los momentos especiales del día que pasamos con nosotros mismos. Para mí el entrenamiento es toda una terapia mancuernera.

Al menos siempre lo había sentido así todos estos años, pero mi doctor Pablo (Psiquiatría Pesset Alexandre) me lo reafirmó hace unos meses, ya en este 2025: este esquema de vida que tienes te ha salvado. Por esto antes escribí que con los años entendí sobre mi paciencia para explicar sobre este tema. Que yo tengo poca, en general. Sobre todo cuando trato con personas quejicas y perezosas…

Estoy diagnosicado con TDAH desde 2018. Clinicamente me ayudó con este pequeño transtorno (o grave si no se trabaja) mi amiga psiquiatra Marta. Ya no se trataba de continuar con cierto crecimento personal, como desde años atrás venía haciendo, ahora se trataba de centrarme de verdad, en un gran trabajo. Es un chiste. Si alguien sabe de que va el tema puede que le haga gracias. Es bastante malo.

Gracias a Marta empecé a entender mejor mi peculiar forma de comportarme y de sentir las cosas, desde pequeño. Y es que mi madre ya me lo notó desde que medía 3 palmos.

Voy a hacer un breve comentario sobre esta condición, pues como se comenta, ahora parece que todo el mundo tiene TDAH. Tenemos que diferenciar entre ser una persona despistada, a la que a veces le dan ciertos puntos, adicta a la dopamina fácil de hoy y entre ser una persona que, esta condición, sobre todo en épocas de estrés o vulnerabilidad emocional, debido a esa hipersensibilidad, hiperactividad mental y a la falta de cierto grado de gestión y/o concentración te pasen factura, haciéndote heridas en tu día a día. Desarrollaré más esta parte de forma independiente, por si a alguien le puedo ayudar con mi experiencia. Vuelvo al tema, resumo y me despido 🙂

Creo que el este estilo de vida va mucho más allá del objetivo puramente estético y creo que, bien aplicado, puede mejorar la vida de todas las personas que decidan seguirlo. Soy mi fiel ejemplo, porque me ha salvado a mí, varias veces. Intento inculcar esta filosofía en todos los alumnos con los que trabajo y aportar mi granito de arena en redes sociales o en este Blog. Es más, creo que si , tanto de forma puntual como crónica, las personas que andamos estresadas y con cara de amargura entrenásemos duro e hicieramos más el amor, no tendríamos tanta mala energía para andar chinchando a nadie. Y sonreiríamos más. Que es gratis. ¿Después de un encuentro pasional con tu persona tienes ganas de discutir? Si vienes de hacer un record en peso muerto acabado con tembleque, ¿tienes ganas de discutir? Pues a eso me refiero.

Cuidemos nuestro templo. Vivamos. No estaremos aquí eternamente. Entrenemos rozando el fallo. Trabajemos en nosotros. Ayudemos a nuestro alrededor. Un saludo y buen entreno. Manuel Cortés.