¿Qué son las agujetas?

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Cuando sentimos agujetas no es debido a que los músculos estén llenos de ácido láctico, ya que, tras realizar esfuerzos extremos, se necesitará una hora para eliminarlo. En general, las trazas de ácido láctico desaparecen del músculo y la sangre en menos de veinte minutos. Por su parte, las agujetas aparecen entre las 24 y las 48 horas posteriores a un esfuerzo.

Lo que los científicos han establecido sobre las agujetas es que probablemente se trate de microtraumatismos en las fibras musculares. El dolor correspondiente a una serie de pequeñas “lesiones” una vez transcurridas pudiera ser porque muchos de esos microtraumatismos no se producen durante el esfuerzo, sino después.

La repetición de contracciones y estiramientos inhabituales en un músculo provoca fugas de calcio intramuscular, aunque, una vez cumplida esta tarea, el calcio se retira a reservas aislantes. La estanqueidad de estas bolsas se ve comprometida debido a los esfuerzos intensos a los que se ve sometido el músculo. Las fugas se propagan lentamente para finalizar un poco antes de que se empiece realmente a sentir dolor muscular. Por eso existe un periodo entre el entrenamiento y las agujetas.

Aparte de dolor muscular, más o menos intenso, las agujetas también provocan pérdida de recorrido y movilidad articular (debido a la mayor rigidez muscular), así como de fuerza. Esta capacidad mermada para generar fuerza (principalmente fuerza máxima) se recupera al cabo de unos días.

También el proceso de resintetizar el glucógeno, utilizado en el entrenamiento, se ve afectado por la aparición de agujetas: durante las primeras 6-12 horas después del ejercicio es normal pero, posteriormente, cuando el músculo se está “reparando”, se enlentece o se detiene por completo, lo cual limita la capacidad del músculo dañado para almacenar energía (Wilmore y Costill, 2004).

Las zonas más afectadas por este dolor son las uniones musculares y los tendones cerca de las articulaciones, puesto que es en la zona músculo-tendinosa donde existen más fibras musculares débiles y más tensión. Las agujetas acaban con las fibras débiles, y las que consiguen aguantar la presión se hacen más fuertes.

Las investigaciones recientes han demostrado que los daños musculares posteriores a un esfuerzo traumatizante se explican, en parte, por la obstaculización sanguínea en los músculos afectados.

El hecho de no sentir agujetas no significa que el músculo no esté dañado. Algunas personas son muy sensibles a sentirlas y otras no. Las mujeres suelen sufrir menos que los hombres.

¿Agua con azúcar o bicarbonato?

Agua con Bicarbonato o el agua con azúcar, dos remedios populares tan largamente usados para evitar o combatir las agujetas, pueden, en el mejor de los casos, ayudar a que quien las sufre se hidrate más, pero no alivia el dolor de las agujetas ni evita que se produzcan.

El frío es un buen antídoto para bajar la inflamación y puesto que en las agujetas se produce este síntoma, a veces basta con echar agua fría, o bien sumergir la articulación o la zona debilitada en una palangana con agua y algo de hielo.

Por consiguiente, para la recuperación de las agujetas la única prevención es la práctica de ejercicio regular y gradual, la aplicación de frío en la zona afectada, estiramientos suaves y sin olvidar que una dieta equilibrada y una buena hidratación debe acompañar a cualquier práctica deportiva.

Parece ser que, según algunos estudios, el consumo de 3g de HMB + 3g de KIC (ácido alfa-ceto-isocaproico), el uso de 5g de BCAA´s consumidos hasta en 4 días posteriores al entrenamiento o la ingesta de alguna bebida rica en glúcidos (maltodextrina, dextrosa, etc…) y proteína de suero lácteo consumida después del ejercicio ayuda a reducir la sensación de agujetas, al igual que la utilización de la Carnitina l-tartrato. Algunos estudios pudieran ver una pequeña mejora con la suplementación de la Vitamina C.